19 jul 2011

C

Suena su canción favorita, la más triste del repertorio. Se fija en las luces de la calle, y se van distorsionando hasta convertirse en círculos tintineantes de  colores. Sí. Está bien. Extrañamente bien. Apoya la cabeza en la piedra que bordea la ventana, y deja caer el ordenador en sus rodillas. Los ojos se  anegan de lágrimas, sin darle un por qué, una razón.  No lo entiende, todo cambió tan rápido… La tranquilidad se turbia  gracias a un coche que pita como un loco. Llega un olor a árbol quemado, puede que de uno de los muchos incendios que hay. Se estremece. No está segura si debido al viento o al miedo que tiene por lo que pueda ocurrir. Que la vida dé un giro de trescientos sesenta grados y plaf, todo desaparezca. Todo lo que llega se marcha, pero hay que intentar retenerlo el máximo tiempo posible.  Y ser consciente de que lo tienes en el momento adecuado, si no, cuando menos te lo esperes, quedará de ello tan solo un vacío.

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