24 abr 2016

Estoy, pero dejé de ser.

Ha cambiado el tiempo, dicen en la televisión...
pero entre estas cuatro paredes sigue haciendo frío
y la música ha dejado de sonar.

El silencio va a perforar mis tímpanos,
y la tristeza
está a punto de derretir mis pupilas.

Juro que lo he intentado.
He intentado esconder mis miedos en el armario pero han descubierto el túnel que lleva al espejo
y, joder, mira que les ha gustado.
He probado a enterrarme bajo un montón de cuchillas
pero ninguna me ha cortado lo suficiente
como para rozar mis nervios.

Ha cambiado el tiempo, dicen en la televisión.
Pero Santiago me gusta con lluvia
porque inunda mi soledad  en sus charcos
y ya no hay riesgo de que todo parezca demasiado gris.
Los días no son tan lentos
ni las horas tan amargas
ni el suelo tan firme.
Mi reflejo no es tan lamentable
ni mis ruinas tan ruinas.

Me estoy ahogando en mierdas
y mi cuerpo ha decidido no salvarse.
Pero no, no puedo culparle.
Es difícil ocultar un desastre
y él lo ha estado haciendo bien.

Supongo que hay caos irremediables
y que existe un punto en la partida que te manda a la casilla de salida
regalándote tres turnos sin tirar..




Echar de menos no supone un problema 
hasta que te das cuenta de a quien echas de menos
es a ti misma.