7 dic 2015

De nada.

Acostarme y dormir
significaría tener que despertarme mañana
con el irritante ruido del despertador
y levantarme
y ver el reloj
y mezclarme con gente
y asumir que es otro día
y enfrentarme a la realidad
y a la mierda,
no estoy preparada.

Pero nunca está uno listo para lo que va a ocurrir.
El destino es un hijo de puta y hará que el viento se convierta en tormenta
y que la tormenta se convierta en huracán
y el huracán se llevará mis muros
y sin muros, los buitres me arrancarán las entrañas.

Admito que pensar me ha destrozado los nervios,
-si es que alguna vez supieron volver cuando los perdí-.
También he notado que desde hace un tiempo
 mi piel se está convirtiendo en madera
y las polillas han comenzado a roer.

Pero no quiero preocuparme ni preocuparte, tú bien sabes que me sangra más la rabia que las heridas.
Y no, todavía no he encontrado la cura contra mí misma, ni he logrado reparar las cuerdas que un día afinaste de más.

Sin embargo, has de darme las gracias.
Si por mí fuera te hubiese arrastrado conmigo  a este agujero
y yo no estaría sola en la mierda
y tendría a quien prestarle algunos de mis miedos
y seríamos dos los que no querríamos dormir.


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