Pero no, hasta que el dolor quiera, no va a parar. Puedes pasarte noches sin dormir, tardes ausente, tener los ojos más rojos del mundo, y ¿quién coño te va a escuchar?
Sé fuerte, te dices, y por más que lo intentas, acabas sin ganas de luchar, sin ganas de nada. Los recuerdos, el preguntarte cual fue el error, el observar como los demás son felices, únicamente ayuda a sentirte más sola aún.
Venga, desiste, llora, tiñe tu cara de lágrimas, piensa en tirarte de un puente o todo lo que tú quieras, pero admítelo, no tienes valor. Para nada. Ni siquiera para hablar con alguien de esto eres valiente, te tomarían por estúpida, por darle demasiada importancia a lo que igual para ellos no la tiene. Aunque a veces, es más la vergüenza a imaginar lo que pueda pensar la gente, que se rían de ti.
Si tu lo sabes, basta. Enciérrate en tu burbuja, con tus pensamientos, tus dilemas y tus dudas. Busca una solución, pero sin nadie.
El verdadero problema comienza cuando ni siquiera tú sabes que te pasa. Eso hay menos gente que lo entiende.
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