24 oct 2010

Winter.

Si hay algo que echo de menos en la época mayo-octubre, es el invierno.

Salir a la calle, y que se te congele la nariz, se te enciendan las mejillas, ponerte blanca como la nieve y que se oscurezcan los labios. Temblar, castañetear con los dientes, frotar las manos, notar el aire que roza tu cara. Escuchar la lluvia, añorar todo aquello que ya no está, y que de vez en cuando, se confundan las lágrimas con ella. Abrir la boca mirando al cielo, contemplando ese cielo grisáceo que tanto te gusta, intentar que alguna gota caiga en tu lengua. Tocarte la cara, y que esté fría como el hielo. Sacar una mano fuera del paraguas, y acabar con ella húmeda. Llegar a casa empapada, después de saltar algún charco "sin querer". Caminar a paso lento cuando comienza a llover, mientras tus amigos corren como locos buscando algún lugar donde esconderse. Ir contra el viento, impidiéndole que te haga volar, y que te lleve con él. Quedarse en casa en un día de tormenta, de esos en los que el sonido de los truenos es la mejor música que puedas escuchar, y que cada luz que veas en el cielo, te asuste por momentos, aunque sabes que es genial. Imaginar que patinas, resbalando por las aceras, tan abrigada que pareces una bola de algodón. Ver el hielo en los cristales de los coches, dibujar cosas en sus ventanas, esconderse bajo techos de edificios, burlarse del calor, el verano y esos pegajosos días de horrible sol. Hacer esas tardes melancólicas, de olvidos fallidos, pensando en todo aquello de lo que no querías saber más nada, pero dejas que por un momento, tu corazón lleve la iniciativa, guiado por un gélido viento que te enseña que esos recuerdos se hielan ellos solos. Y buscas en ti esos pedacitos de alma, que alguna vez se perdieron, y consigues todo lo que nunca te atreviste a realizar, pero como es invierno, todo es posible.


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